Vecinos de la localidad de Palo Santo, hijos en su mayoría de padres que hace aproximadamente 50 años o más se asentaron pacíficamente en una franja de terreno a la vera de la Ruta Nacional Nº 81 a unos 15 o 20 km de la comunidad antes citada y que se dedicaron siempre, a criar cabezas de ganado, algunos porcinos, equinos, gallinas y otros animales de granja, cuyos productos luego eran comercializados en Palo Santo y les servía además de sustento para sus propios familiares que de por sí constituyen grupos numerosos de niños, adolescentes y adultos mayores, fueron desalojados por efectivos del Escuadrón V de Pirané de Gendarmería Nacional, en cumplimiento de un Fallo dictado en la causa “Estado Nacional – Estado Mayor General del Ejército c/González Hugo y otros s/Desalojo Expediente Nº 1577 – Año 2.006” del Juzgado Federal de Primera Instancia Nº 2 de Formosa a cargo del Dr. Fernando Carbajal, asistieron a la Defensoría del Pueblo para denunciar que los animales y demás bienes, “que quedaron en depósito y bajo responsabilidad del Ejército, estaban siendo robados por terceras personas y conforme a constancias que el Organismo de la Constitución solicitó a la Dirección de Registro, Control y Fiscalización de marcas y señales que dependen del Ministerio de la Producción y Ambiente de la Provincia, se pudo determinar que en el caso del matrimonio PJB y MGI, quedan pendiente de retirar 55 vacunos, 60 equinos, 30 ovinos, 2 arados de disco, una sembradora, una rastra de disco y 2 bombas de agua.
Por su parte PJR, debe retirar 15 vacunos, 15 porcinos y alambrado de 4 hilos, en el caso de PYA y sus hermanos, deben retirar 12 vacunos, 30 cerdos, 1 motor y bomba, 3 bidones de 20 y 60 litros cargados con bulones y sus respectivas tuercas y arandelas”. Se aclara que, estos ciudadanos son legítimos titulares de los semovientes conforme marcas y señales. Para ello, se peticionó al Jefe de Regimiento de Monte 29 Cnel. Jorge Gabriel De Senzi y luego se hará lo mismo al Juez Federal Subrogante Nº 2 Dr. Fernando Carbajal, que autorice al ingreso de los antes mencionados con ayudantes, amigos y durante un plazo prudencial, para de esta manera poder buscar en el impenetrable monte abandonado, los animales que se encuentran perdidos y que están siendo robados por otras personas y lo cuales quedaron según el Inventario de la causa judicial del Juzgado Federal, (que fue realizado por un funcionario que no recorrió el lugar, sino que lo concretó en base a dichos de los lugartenientes) y que han quedado en depósito de las Fuerzas de Seguridad Nacional. Desde el Organismo de la Constitución, se aclaró que estos vecinos de Palo Santo, habían iniciado en el año 2.006 una causa judicial, donde intervinieron profesionales de la abogacía de nuestro fuero local, los cuales por -mala praxis- no estuvieron a derecho y posteriormente el Gobierno Federal, pidió una serie de medidas, entre ellas la caducidad, extinción de la causa. Los campesinos describieron al Ombudsman Provincial Dr. José Leonardo Gialluca, que sus padres vivieron siempre en esas tierras y que ellos asistieron de niños a las escuelas de Palo Santo y hoy algunos de sus hijos están cursando estudios terciarios y hasta universitarios dentro de la Provincia de Formosa. Señalaron los mismos que al momento del desalojo los hijos mayores de los mismos sufrieron una suerte de hostigamiento por parte de los militares y es por ello que actualmente tramitan una causa de Denuncia al habérsele retirado celulares y documentación personal, entre ellas la de un Jeep que necesitan recuperar. Asimismo, desmienten totalmente que tengan una posición económica consolidada, costosas camionetas y centenares de cabezas de ganado vacuno. En cuanto a la extracción ilegal de maderas nativas, que eran supuestamente comercializadas ilegalmente en aserraderos de la zona, los mismos desconocen estos hechos y siempre buscaron no solamente cuidar el lugar para que no entraran intrusos, ya que por muchísimos años estas tierras fueron abandonadas por el Ejército y que inclusive añadieron, que hace algunos años tuvieron que expulsar a ciudadanos paraguayos que entraban a cazar y en otras oportunidades también a cortar madera, “lo que pinta de cuerpo entero, que esa era una zona donde nunca hubo presencia, ni control alguno por parte del Ejército Argentino”. Por último, desmintieron que tuvieron en sus precarias viviendas un arsenal de armas, sino que como es costumbre para gente que trabaja en el campo, siempre se posee algún elemento de defensa para protegerse de animales salvajes o feroces.