Una postal típica en nuestra provincia, son las largas colas o filas para cruzar a Alberdi y el incesante ir y venir de consumidores por la Pasarela de la Amistad más quienes pueden directamente a Asunción o Pilar u otras ciudades del Paraguay, para adquirir productos “hechos en la Argentina”, pero que son más caros dentro del país que en el extranjero.


El Ombudsman Provincial, José Leonardo Gialluca, afirmo que los precios de los productos alimenticios, la vestimenta, zapatos marroquinería, línea blanca, telefonía, computadoras, ropa deportiva, bazar, telas, materiales de construcción, muebles, etc., siempre fueron y son más baratos al otro lado del rio y es una discusión de nunca acabar y a la cual nadie le encuentra salida para proteger a nuestras Pymes. Algunos creen que la distorsión de precios de los productos argentinos se da con o sin dólar barato. No es la primera vez que se ven estas disparidades en un país que lleva décadas cambiando de modelo económico.
Los consumidores tras años de inflación y devaluaciones nos hemos vuelto expertos en el tema. Se cita con irritación el famoso dato de que los alimentos cuestan siete veces más en el supermercado que en el lugar de producción. «Ni tres ni cuatro veces, ¡siete!» y se culpa a los supermercados de «especular» con los precios. Por su lado ya conocemos la respuesta de siempre: “Nosotros no fabricamos los productos y estamos sujetos a cargas impositivas y costos laborales”. Lo cierto es que el consumidor se ve obligado a comprar las cosas a precios cada vez más caros y ve reducida drásticamente su posibilidad de acceso a bienes esenciales.
En la cadena de producción, distribución y comercio en la Argentina, se deben pagar impuestos municipales, provinciales, nacionales, a las ganancias, al cheque y a las transferencias bancarias, entre otros, además, la mano de obra es una de las más caras de Sudamérica.
Desde el Organismo de la Constitución, se señaló que un litro de aceite puede costar $55 en un lugar, $79 en otros y así sucesivamente; los precios en sí mismos son un complejo entramado de elevados costos de producción y comercialización (transportes, alquileres, sueldos) y márgenes de ganancia empresarial siempre exorbitantes. A esto debemos añadirle los complejos mecanismo de financiación. Hace un mes el gobierno nacional lanzó un plan para regular los esquemas de promociones de los comercios, que no publicaban las tasas de interés y cobraban más por pago de contado que por cuotas. Aun así, cuando uno llega a un supermercado todavía se encuentra con decenas de folletos, carteles y planes sobre promociones que en teoría abaratan la compra, pero según la Defensoría sólo disfrazan un precio que de por sí ya es alto. Por ello lo más fácil y más barato es comprar en el país vecino; aun cuando trabajaremos para que el Programa Precios Cuidados permita que los productos de la Canasta Básica puedan llegar a todos.