Siempre existió un mundo donde no impera la lógica de la razón ni tampoco la del corazón; los seres con poder dañan a los vulnerables en lugar de protegerlos.
Desde la antigüedad se lanzaban explosiones por la calle para hacer ruido y asustar a los demás, causando graves daños. Las niñas y los niños lloraban asustados por el miedo que les generaba escuchar un fuerte estruendo. Las personas que sufrían trastornos como autismo o epilepsia, tenían que ser llevadas al hospital al sufrir crisis nerviosas por su elevada sensibilidad a los ruidos y por la angustia que en ellos provocaba. También los animales eran perjudicados. Para los perros, pasear por la calle tranquilamente (algo necesario en su caso) era completamente imposible durante la época de fiestas, ya que era cuando mayor número de este tipo de artefactos, llamados petardos y cohetes, se tiraban. Era una auténtica masacre física y psicológica, permitida social y legalmente pero sin ningún tipo de sentido. Además, la poca conciencia y responsabilidad de los que utilizaban esta peligrosa y violenta forma de divertirse, hacía que en ocasiones frecuentes terminaran ellos mismos lesionados (con amputaciones de manos o con quemaduras graves). Hasta que, un día, un grupo de personas, cansadas de soportar esta situación, decidieron levantarse y luchar contra ello de forma pacífica. Emprendieron acciones encaminadas a concientizar y a sensibilizar acerca de que todo aquello no podía seguir permitiéndose. Desgraciadamente, esta historia no es un cuento con final feliz. Es la triste realidad que vivimos actualmente en Formosa. Una historia que hemos decidido ocuparnos mediante una correcta regulación de la pirotecnia, restringiendo su uso al máximo, asegurando la protección de las víctimas y siempre garantizando el mínimo impacto en los demás. Son muchísimas las personas que están en contra de esta práctica y, a nivel legal existen vacíos importantes. Por ello, resulta absolutamente incoherente que, habiendo tanta gente en contra y seres que sufren de manera cruel e injustificada, algo así se siga manteniendo y permitiendo, simplemente porque nadie hace nada. En cualquier día en ciudades y pueblos encontramos locales que, sin cumplimiento de ninguna normativa de seguridad, venden sin control artefactos explosivos a menores y adultos. Esta situación ha causado infinitos problemas, que quedan escondidos bajos dos situaciones: 1. Respecto de los que lo sufren. Se trata de daños privados que se generan por ansiedad o dentro del domicilio. Existen miles de personas con ligirofobia, así como personas afectadas de autismo o problemas de conducta que sufren de manera extrema cuando se encuentran en una zona de explosiones. 2. Respecto de los agentes que deberían controlar dicha situación. Cuando llegan al lugar en el que se ha cometido la infracción, los artífices de la misma no continúan allí, ya que parte de la diversión es generar -ruidos molestos-. Tampoco existe un control real respecto de su compra, que puede efectuarse en variados comercios sin acreditar si es un menor o no quien lo adquiere. El problema de internet no es minúsculo, dado que permite compras automáticas en las que no se especifica siquiera la cantidad de pólvora o explosivos que se usa, ni se controla el método de envío, que puede ser perfectamente por correo, sin que el cartero sea consciente de que está transportando una cierta cantidad de explosivos sin precaución. Hay que tener en cuenta que los perros son capaces de oír hasta los 60.000hz, mientras que los humanos no llegan a oír nada a partir de 20.000hz. Estimamos que el control de la pirotecnia, circunscribiéndolo a situaciones puntuales autorizadas, es no sólo posible sino imprescindible, dada la situación real en la que nos encontramos, el peligro social que conlleva, la falta de fiscalización existente, la imposibilidad de su control de otra forma y sus consecuencias nocivas e innecesarias, teniendo en cuenta que en otros lugares del País está directamente prohibida. Por ello, desde el Organismo de la Constitución, insistiremos con que se aprueben los Instrumentos necesarios para eliminar o reducir la “pirotecnia sonora y reemplazarla por la lumínica” que es lo que se viene haciendo en las provincias y municipios de todo el País. En este sentido, el Ombudsman Provincial, denunció que no solamente vamos por la protección de las personas, de los animales, sino también de la propiedad y para muestra, tenemos un Informe del Destacamento de Bomberos de Clorinda, firmado por el Crío. Víctor Aldama y que relata que el 28 de setiembre a las 02:30hs se originó un incendio en la localidad de Nanawa, República de Paraguay, lindante a la Ciudad de Clorinda, y ante los constantes llamados telefónicos de personas con la autorización del Comando Regional 3, se procedió a asistir a las mismas. En el lugar donde se originó el siniestro (Comercio Gladys), existía gran cantidad de pirotecnia, ya que era un local comercial de importantes dimensiones, aproximadamente de 400 mts2 en su planta baja, tenía varias secciones de venta, como ser librería, juguetería, electrodomésticos, ferretería, y venta de pirotecnia, observándose durante la extinción del siniestro: bengalas, y luces de colores que partían del local en llamas, se desconoce la cantidad exacta de las mismas y su procedencia, ya que fueron consumidas por las llamas, al igual que las documentaciones y remitos. De la información recabada surge también que en horas de la tarde del día anterior del suceso de los hechos; los propietarios habían traído para depósito, varios bultos con elementos pirotécnicos. El local no contaba con sistema de protección contra siniestros, para estos casos. Esto es lo que no queremos para Formosa.