Comprar un kilo de carne, de tomates, morrones, frutas o no adquirir un litro de leche son acciones cada vez más complicadas para los consumidores argentinos.

Los valores de los productos esenciales para las comidas tampoco no cesan de subir. Los movimientos inflacionarios han hecho que llegar a fin de mes se haya convertido en una hazaña para las familias argentinas y principalmente las del NEA y NOA. Los precios de productos esenciales para las comidas, como las verduras, las frutas, carne y la leche, han sufrido en las últimas semanas importantes aumentos, arruinando el bolsillo de los consumidores.
El argumento más importante que brindan los productores y vendedores de frutas, verduras y productos como la leche para explicar esta situación es que las subas estacionales son una marca registrada en esta época del año y que ello irá mermando con el correr de las semanas, hasta que dichos artículos alcancen sus valores normales.
A esto se le agregan los fuertes incrementos que ha habido en productos como la cebolla, las zanahorias, las manzanas, las papas, las bananas, las batatas o los zapallitos, que han tenido subas porcentuales que han hecho que sus valores se hayan escapado a grandes niveles.
Sin contención todavía por la inflación, los precios siguen conservando una tendencia alcista que, según los especialistas, disminuirán en el cuarto trimestre y así se nos sigue mintiendo, mientras la especulación, los mayores márgenes de ganancias, determinan que cada día sean menos los que puedan cubrir las necesidades básicas y se amplía el número de quienes no pueden comprar los alimentos indispensable.
El aumento en los productos esenciales, ha hecho que en nuestro medio aparezcan nuevas modalidades de ventas, esto es fraccionamientos en los barrios y ofertas de dudosa procedencia bromatológica y calidad. En ello los supermercados también aprovechan este momento de incertidumbre económica que se vive en el país para acrecentar las ganancias perjudicando a los consumidores, en una actitud claramente antisocial. Por ello la Defensoría del Pueblo demando que el secretario de comercio Miguel Braun ejerza sus funciones o en caso contrario vuelva al sector privado, pues no existe excusa para inacción. Hay que controlar los formadores de precios, intermediarios y a las pocas empresas que producen alimentos en la argentina, sino llegar a fin de mes es imposible para los consumidores, golpeando de lleno a los sectores más vulnerables de la sociedad, que son los que más sufren la incontrolable variación en los precios de la canasta básica.