Desde el -Observatorio de Violencia de Género- de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Formosa, se señaló que, en los últimos días son variadas las voces que se han manifestado sobre lo que significa la perspectiva de género en diferentes actividades.
Es por ello que, muchos utilizan este concepto y al mismo tiempo, descubrimos un amplio desconocimiento de lo que realmente significa y para qué sirve tener perspectiva de género. En principio, el concepto de perspectiva tiene varios usos. En este caso nos interesa su significado como el punto de vista que se toma para analizar una problemática o reflexionar sobre una cuestión. Esta primera palabra que da forma al término perspectiva de género, tiene su origen etimológico en el francés; en la palabra “perspective”, que, a su vez, deriva del latín. Es el resultado de la unión del prefijo “per-”, que puede traducirse como “a través de”, y del verbo “specere”, que es sinónimo de “observar”. La idea de género, por su parte, puede referirse a la construcción social y cultural que diferencia a las personas de cada sexo, trascendiendo lo estrictamente biológico. Esto quiere decir que, aunque mantiene un vínculo con el sexo biológico, no se circunscribe a él ni se corresponde necesariamente a dicha realidad. La palabra género, por su parte, procede del latín, del sustantivo “genus, generis”, que es equivalente a “linaje”, “estirpe” o “nacimiento”. El Ombudsman Provincial Dr. José Leonardo Gialluca, señaló que, la perspectiva de género admite que aquello que se identifica con lo masculino y lo femenino es una construcción social y cultural que está atravesada por la desigualdad entre los géneros. En concreto, la perspectiva de género se convierte entonces en una herramienta necesaria para poder terminar con las desigualdades que existen entre hombres y mujeres. Para ello, es fundamental que podamos: * Fortalecer lo que es el poder de decisión y la gestión que tienen las mujeres en distintos ámbitos. * Llevar a cabo una justa valoración de los trabajos que realizan hombres y mujeres en cuanto a las tareas que se efectúan en el seno del hogar, el cuidado de los ancianos y enfermos o incluso la crianza de los hijos. * Realizar lo que es la redistribución equitativa de las actividades entre los dos mencionados sexos. Actividades referentes no solo a lo que es la esfera pública sino también a la privada. * Proceder a la modificación de las diferentes reglas, valores, estructuras sociales o incluso mecanismos que siguen fomentando la desigualdad entre hombres y mujeres. Entonces, la perspectiva de género nos permite repensar los mandatos asignados a los roles de varón/mujer, vivir la construcción de nuestras identidades de género con libertad, valorar la diversidad y promover relaciones de equidad. Abre la posibilidad, también, de entender la presión social que indica que las mujeres, niñas o jóvenes deben ser tiernas, maternales, atentas a lo estético, subjetivas, emocionales, temerosas, pasivas y débiles en lo psíquico y en lo físico. Estos mandatos se transmiten a través de gestos y palabras, así como en los regalos que elegimos para ellas: cuentos, novelas de niñas y adolescentes que, ante la primera dificultad, son siempre “rescatadas” por un “héroe” inevitable e invariablemente masculino, muñecas con varios cambios de look, un kit de cocina o de limpieza, disfraces de hadas o de princesas. Por el contrario, el “deber ser masculino” requiere que los varones sean fuertes en lo psíquico y en lo físico, valientes, objetivos, independientes, fríos, racionales, proveedores, temerarios. Por eso abundan los juegos con autos, soldados, armas, deportes de contacto y ladrillos para construir. Sin embargo, en los últimos años vemos un cambio en algunos de estos patrones, y ese “cambio cultural” es para celebrar. Pero sin dudas falta mucho aún para alcanzar la igualdad real y una verdadera perspectiva de género en todos los ámbitos de nuestras vidas.
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